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jueves, 29 de junio de 2023

El amor de D Perlimplin y Belisa en su jardín con locución del Club de Lectura 'La madriguera' del IES Príncipe de Asturias

 


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"El amor de D Perlimplin y Belisa en su jardín ", de Federico García Lorca, con locución del Club de Lectura “La madriguera” del IES Príncipe de Asturias


Club de Lectura "La madriguera"

Nirmin Amiri, Warda Arbouch, Sebastián Ezequiel García Torrealba, Matteo Lario Tudela, Assiya Mahfoud, Ana Belén Mellour, Ashley Ruiz Anaguaña, Jesús Sibide Bron, Amina Tunnesi, Doaa Bak, Marwa Lahlou y Malak Daki.



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EL AMOR DE DON PERLIMPLÍN CON BELISA EN SU JARDÍN / Federico García Lorca

Cuadro I

 

 Sala de DON PERLIMPLÍN. En el centro hay una gran cama de dosel y penachos de plumas. En las paredes hay seis puertas. La primera de la derecha sirve de entrada y salida a DON PERLIMPLÍN. Es la primera noche de casados.

 

 

 

 

MARCOLFA, con un candelabro en la mano, en la primera de la izquierda.

 

 

MARCOLFA.-  Buenas noches.

VOZ DE BELISA.-   (Dentro.) Adiós, Marcolfa.

 

 

(Sale PERLIMPLÍN, vestido magníficamente.)

 

 

MARCOLFA.-  Buena noche de boda tenga mi señor.

PERLIMPLÍN.-  Adiós, Marcolfa.  

(Sale MARCOLFAPERLIMPLÍN se dirige de puntillas a la habitación de enfrente y mira desde la puerta.)

  Belisa, con tantos encajes pareces una ola y me das el mismo miedo que de niño tuve al mar. Desde que tú viniste de la iglesia está mi casa llena de rumores secretos, y el agua se entibia ella sola en los vasos. ¡Ay! Perlimplín... ¿Dónde estás, Perlimplín?  (Sale de puntillas.) 

 

 

(Aparece BELISA, vestida con un gran traje de dormir lleno de encajes. Una cofia inmensa le cubre la cabeza y lanza una cascada de puntillas y entredoses hasta sus pies. Lleva el pelo suelto y los brazos desnudos.)

 

 

BELISA.-  La criada perfumó esta habitación con tomillo y no con menta, como yo la indiqué...  (Va hacia el lecho.)  Ni puso en la cama las finas ropas de hilo que tiene Marcolfa...  

(En este momento suena una música suave de guitarras. BELISA cruza las manos sobre el pecho.)

  ¡Ay! El que me busque con ardor me encontrará. Mi sed no se apaga nunca, como nunca se apaga la sed de los mascarones que echan el agua en las fuentes.  

(Sigue la música.)

  ¡Ay, qué música, Dios mío! ¡Qué música! ¡Como el plumón caliente de los cisnes!... ¡Ay!, ¿soy yo? ¿O es la música? (Se echa sobre los hombros una gran capa de terciopelo rojo y pasea por la estancia.) 

 

 

(Calla la música y se oyen cinco silbidos.)

 

 

BELISA.-  ¡Son cinco!

 

 

(Aparece PERLIMPLÍN.)

 

 

PERLIMPLÍN.-  ¿Te molesto?

BELISA.-  ¿Cómo es posible?

PERLIMPLÍN.-  ¿Tienes sueño?

BELISA.-   (Irónica.) ¿Sueño?

PERLIMPLÍN.-  La noche se ha puesto un poco fría.  (Se frota las manos.) 

 

 

(Pausa.)

 

 

BELISA.-   (Decidida.)  Perlimplín.

PERLIMPLÍN.-   (Temblando.) ¿Qué quieres?

BELISA.-   (Vaga.) Es un bonito nombre Perlimplín.

PERLIMPLÍN.-  Más bonito es el tuyo, Belisa.

BELISA.-   (Riendo.) ¡Oh! ¡Gracias!

 

 

(Pausa corta.)

 

 

PERLIMPLÍN.-  Yo quería decirte una cosa.

BELISA.-  ¿Y es?

PERLIMPLÍN.-  He tardado en decidirme... Pero...

BELISA.-  Di.

PERLIMPLÍN.-  Belisa... ¡yo te amo!

BELISA.-  ¡Oh, caballerito!..., ésa es tu obligación.

PERLIMPLÍN.-  ¿Sí?

BELISA.-  Sí.

PERLIMPLÍN.-  ¿Pero por qué sí?

BELISA.-   (Mimosa.) Pues porque sí.

PERLIMPLÍN.-  No.

BELISA.-  ¡Perlimplín!

PERLIMPLÍN.-  No, Belisa; antes de casarme contigo yo no te quería.

BELISA.-    (Guasona.) ¿Qué dices?

PERLIMPLÍN.-  Me casé... por lo que fuera, pero no te quería. Yo no había podido imaginarme tu cuerpo hasta que lo vi por el ojo de la cerradura cuando te vestías de novia. Y entonces fue cuando sentí el amor. ¡Entonces! Como un hondo corte de lanceta en mi garganta.

BELISA.-    (Intrigada.) Pero ¿y las otras mujeres?

PERLIMPLÍN.-  ¿Qué mujeres?

BELISA.-  Las que tú conociste antes.

PERLIMPLÍN.-  Pero ¿hay otras mujeres?

BELISA.-   (Levantándose.) ¡Me estás asombrando!

PERLIMPLÍN.-  El primer asombrado soy yo.  

(Pausa. Se oyen los cinco silbidos.)

  ¿Qué es eso?

BELISA.-  El reloj.

PERLIMPLÍN.-  ¿Son las cinco?

BELISA.-  Hora de dormir.

PERLIMPLÍN.-  ¿Me das permiso para quitarme la casaca?

BELISA.-  Desde luego,  (Bostezando.)  maridito. Y apaga la luz, si te place.

PERLIMPLÍN.-   (Apaga la luz; en voz baja.)  Belisa.

BELISA.-   (En voz alta.)  ¿Qué, hijito?

PERLIMPLÍN.-   (En voz baja.)  He apagado la luz.

BELISA.-   (Guasona.) Ya lo veo.

PERLIMPLÍN.-   (En voz mucho más baja.) Belisa...

BELISA.-   (En voz alta.) ¿Qué, encanto?

PERLIMPLÍN.-  ¡Te adoro!

 

 

(Se oyen más fuertes los cinco silbidos y destapa la cama. Dos DUENDES, saliendo por los lados opuestos del escenario, corren una cortina de tonos grises. Queda el teatro en penumbra. Con dulce tono de sueño, suenan flautas. Deben ser dos niños. Se sientan en la concha del apuntador, cara al público.)

 

 

DUENDE 1.º.-  Y ¿cómo te va por lo oscurillo?

DUENDE 2.º.-  Ni bien ni mal, compadrillo.

DUENDE 1.º.-  Ya estamos.

DUENDE 2.º.-  ¿Y qué te parece? Siempre es bonito tapar las faltas ajenas.

DUENDE 1.º.-  Y que luego el público se encargue de destaparlas.

DUENDE 2.º.-  Porque si las cosas no se cubren con toda clase de precauciones...

DUENDE 1.º.-  No se descubren nunca.

DUENDE 2.º.-  Y sin este tapar y destapar...

DUENDE 1.º.-  ¿Qué sería de las pobres gentes?

DUENDE 2.º.-   (Mirando la cortina.) Que no quede ni una rendija.

DUENDE 1.º.-  Que las rendijas de ahora son oscuridad mañana.

 

 

(Ríen.)

 

 

DUENDE 2.º.-  Cuando las cosas están claras...

DUENDE 1.º.-  El hombre se figura que no tiene necesidad de descubrirlas...

DUENDE 2.º.-  Y se va a las cosas turbias para descubrir en ellas secretos que ya sabía.

DUENDE 1.º.-  Pero para eso estamos nosotros aquí. ¡Los duendes!

DUENDE 2.º.-  ¿Tú conocías a Perlimplín?

DUENDE 1.º.-  Desde niño.

DUENDE 2.º.-  ¿Y a Belisa?

DUENDE 1.º.-  Mucho. Su habitación exhalaba un perfume tan intenso, que una vez me quedé dormido y desperté entre las garras de sus gatos.

 

 

(Ríen.)

 

 

DUENDE 2.º.-  Este asunto estaba...

DUENDE 1.º.-  ¡Clarísimo!

DUENDE 2.º.-  Todo el mundo se lo imaginaba.

DUENDE 1.º.-  Y el comentario huiría hacia medios más misteriosos.

DUENDE 2.º.-  Por eso, que no se descorra todavía nuestra eficaz y socialísima pantalla.

DUENDE 1.º.-  No, que no se enteren.

DUENDE 2.º.-  El alma de Perlimplín, chica y asustada como un patito recién nacido, se enriquece y sublima en estos instantes.

 

 

(Ríen.)

 

 

DUENDE 1.º.-  El público está impaciente.

DUENDE 2.º.-  Y tiene razón. ¿Vamos?

DUENDE 1.º.-  Vamos. Ya siento un dulce fresquillo por mis espaldas.

DUENDE 2.º.-  Cinco frías camelias de madrugada se han abierto en las paredes de la alcoba.

DUENDE 1.º.-  Cinco balcones sobre la ciudad.

 

 

(Se levantan y se echan unas grandes capuchas azules.)

 

 



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