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Antonio Skármeta
Autor y dramaturgo chileno, Antonio Skármeta cursó estudios de Filosofía en Chile, formación que completó en la Universidad de Columbia tras recibir una de las prestigiosas becas Fullbright. Durante estos años universitarios, Skármeta se interesó especialmente por el mundo del cine y el teatro.
De vuelta a Chile, Skármeta comenzó a trabajar como docente en su alma mater hasta que el golpe militar de Pinochet le hizo buscar la seguridad del exilio, primero en Argentina y finalmente en Alemania. Fue precisamente en Berlín donde, mientras trabajaba como profesor de Guión en la Academia Alemana de Cine y Televisión, preparó la que es, posiblemente, su obra más importante, Ardiente paciencia, que luego sería más conocida con el título de El cartero y Pablo Neruda tras su exitosa adaptación al cine.
En 1989 Skármeta regresó a Chile compaginando su labor literaria con la creación de guiones y dirección cinematográfica. Desde al año 2000 al 2003, fue embajador de Chile en Alemania.
Entre otros premios, en el año 2003, obtuvo el Premio Planeta de novela. De entre su obra habría que destacar títulos como No pasó nada, Ardiente paciencia, La boda del poeta, La chica del trombón o El baile de la victoria, por mencionar solo algunos.
Fuente: lecturalia.com
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"Un padre de película", de Antonio Skármeta, editado por Planeta el año 2011, con locución de Eduardo Sánchez Abadie, y música basada en “Grand duo concertant, op. 48” de Carl María von Weber, interpretada por Willian MacColl y descargada de Musopen.
LÉELO
CAPITULO 1
“Soy el profesor del pueblo. Vivo cerca del molino. A veces el viento cubre mi cara de harina. Tengo piernas largas, y las noches de insomnio han tallado ojeras bajo mis pestañas. Compongo mi vida con rústicos materiales de la aldea; el sonido agónico del tren local; la manzana del invierno; la humedad sobre la piel de los limones tocados por la escarcha de la madrugada; la paciente araña en la sombra del cuarto; la brisa que mueve las telas de las cortinas. Mi madre lava la enorme sábana durante el día y por las noches escuchamos radio teatros bebiendo agua de toronjil, hasta que la onda se pierde entre decenas de emisoras argentinas, que ocupan el dial nocturno.”
CAPITULO 6
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