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Insectos
Andaba por la tierra. Era un
animalillo gris, algo menor que un garbanzo, todo de conchas pequeñas, que
encajaban divinamente Unas con otras. Estaba muy bien hecho. Nosotros no
teníamos más que tocarle con una briznilla de hierba y se hacía una
bola. Parecía bicho humilde y muy ocupado. En cuanto lo dejábamos en paz seguía su camino. Debía
tener mucho que hacer. Le llamaban la cochinita.
Era uno de nuestros amigos del jardín.
Con las hormigas no había que contar. No se detenían nada, no se podía jugar a
nada con ellas. Matarlas o dejadas. Además picaban.
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Había muchos insectos. Unos se veían y otros se oían.
Unos daba horror verlos, como los ciempiés o las lombrices.
Otros, gusto, como las libélulas, los tabarros.
Los tabarros eran felices con la
fuente. Se encaramaban a una hoja, hacían de ella barco y allá iban a la felicidad.
Se remontaban. Del agua al aire, del aire a sus casitas, en los tejados. Tan
bien hechas. Luego estaban las santateresas, arrodilladas, verdes, dedicadas a
algo superior que no era lo de todos los insectos. Aparecían inesperadamente,
se quedaban a lo mejor mucho tiempo, estáticas, ¿por qué?·-Están rezando -nos
decían.
Ninguno hablaba y todos parecían
saber lo que tenían que hacer. Cada uno a lo suyo. Las más indecisas eran las
mariposas. Apenas paradas, levantaban el vuelo, y a otra cosa.
El mismo vuelo no era muy seguro. Había insectos con casa y otros sin ella. Unos parecían ricos y otros pobres. Se parecían mucho a las gentes,
tanto que se les podía llamar, como a ellas, Pepe, Remedios o don Nicolás.
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"Insectos", de José Antonio Muñoz Rojas, forma parte del libro “Las musarañas, colección de Cruz del Sur”, editado por Pre-textos, el año 2002, con locución de María Manchón Quesada, y música basada en “Vals de los geranios” de Paco Santiago.
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