ESCUCHA EL RELATO
"El sencillo Don Rafael", de Miguel de Unamuno ; adaptación de Mª José Martín y Mila Marcos, forma parte del libro “Cuentos del azar y del amor”, editado por Libertas, el año 2016, con locución de Paqui Padilla Navarro y música “Sueño” (tremolo) por Francisco Tárrega.
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Don Rafael sentía cómo pasaban las horas y le hacían olvidar aquel amor del pasado.
Don Rafael tenía una vida vacía.
Estaba solo y pasaba el tiempo recordando. Lo único' que justificaba su vida era la caza y un juego de cartas en el tresillo.
Pero no por eso vivía triste. Era un hombre sencillo.
y no se dejaba invadir por la tristeza.
Cuando algún compañero de juego buscaba alguna carta para ganar,
don Rafael solía repetir que hay cosas
que no se deben buscar, porque vienen solas.
Don Rafael creía en el destino, en el azar,
tal vez por creer en algo
y no tener la mente vacía.
-¿Y por ·qué no se casa usted? -le pregunt6 alguna vez su ama de llaves.
¿y por qué me tengo que casar?
Hay cosas, señora Rogelia, que no se deben ir a buscar
porque vienen solas.
¡Llegan cuando menos se piensan!
¡Eso pasa en el juego!
Pero mire, hay una...razón que me hace pensar en lo que me dice.
-¿Cuál? -
-La de poder morir tranquilo, con herederos.
-¡Vaya una razón!
-Pues para mí es la más importante
-respondió don Rafael,
que presentía que no valen "las razones,
sino el valor que les queramos dar.
Y tina mañana de primavera,
al salir para ver amanecer, ·con la ropa de caza, don Rafael encontró un envoltorio
en la puerta de su casa
.Se agachó para verlo mejor y oyó un susurro que salía desde dentro.
Como el envoltorio se movía, don Rafaello cogió y lo abrió. Era un recién nacido.
Don Rafael lo miró
y el corazón empezó a latirle con fuerza.
-¡Vaya una caza que. el destino me ha concedido!
-pensó don Rafael.
Cuentos del azar y del amor
Volvió a entrar en la casa.
Llevaba la escopeta colgada a la espalda.
Subió las escaleras de puntillas para no despertar al bebé
y llamó a la puerta despacio.
-Aquí traigo esto -le dijo al ama de llaves.
-¿Y qué es eso?
Es un niño. Alguien lo dejó en la puerta de la calle.
-¿Y qué vamos a hacer con él?
-preguntó el ama de llaves.
-¡Lo criaremos juntos! -le contestó don Rafael.
-¡Usted se ha vuelto loco! -exclamó ella-:-. Lo que tiene que hacer es hablar con él juez y llevar el niño al hospicio.
-No, eso no lo haré. ¡Pobrecito!
Una vecina que era madre
dio de mamar al bebé los primeros días.
Don Rafael encontró pronto una buena nodriza.
Era una chica soltera
que acababa de dar a luz a un niño muerto. El ama de llaves le dijo:
Nodriza: mujer que amamanta o cría hijos que no son suyos.
-Lo mejor sería que la nodriza se llevase al niño a su casa para criarlo
-No -replicó don Rafael.
Quiero que la nodriza se quede aquí.
Quiero vigilarla. ·
La salud ·del bebé depende de esa chica
y quiero asegurarme de que esté bien
y no se preocupe por nada.
Emilia, la nodriza, tenía 20 años. Era alta y morena de piel.
Tenía unos ojos alegres y negros como su pelo, y al andar movía mucho las caderas.
-Don Rafael, ¿cómo va a bautizarle?
-le preguntó el ama de llaves.
-Como hijo mío.
-Pero, ¿está usted loco?
¿Y si un día aparecen sus verdaderos padres?
Aquí o hay más padre ni madre que yo. Yo no pedí ser padre.
Pero ya que el destino me ha dado un niño, he decidido hacerme cargo de él
como si fuera mío.
No tengo culpa de su nacimiento,
Así pues, don Rafael bautizó y registró al niño como si fuera hijo suyo.
y el ama de llaves tuvo que aceptarlo y compartir la casa con la nodriza.
Don Rafael ya tenía algo más en qué pensar, no solo la caza y el tresillo .
Su casa se llenó de una vida nueva,
alegre y sencilla.
Y hasta se quedó sin dormir alguna noche paseando al niño para acallarlo.
pero tendré el mérito de hacerle vivir. Así además podré morirme tranquilo, porque ya tengo un heredero.
Mérito: reconocimiento por haber hecho algo.
-El niño es hermoso como el sol
Emilia no era tonta
y hemos tenido mucha suerte con la nodriza,
-le dijo un día don Rafael al ama de llaves.
--Esperemos que no vuelva con el novio que la dejó embarazada.
No, no volverá con él -le aseguró don Rafael-. Sabe que es un vago y ya no lo quiere.
Además, voy a pagarle un viaje a América
para que se vaya de aquí.
Pero ella puede encontrar otro novio
-insistió el ama de llaves.
-Ya me encargaré yo de que no pase eso.
y enseguida sintió admiración
por el carácter sencillo de don Rafael.
Se encariñó con el niño desde el principio .
como si fuese su misma madre.
Don Rafael y Emilia
se pasaban largos ratos al lado de la cama contemplando la sonrisa del niño,
que soñaba y hacía como que mamaba.
-¡Lo que es el hombre! -decía don Rafael. Y se cruzaban sus miradas.
Cuando Emilia tenía al niño en brazos, don Rafael se acercaba para besarlo
y rozaba la mejilla de la nodriza
y los rizos negros de su pelo.
Otras veces, don Rafael se quedaba contemplando alguno de los pechos blancos;
que Emilia sosterúa entre los dedos me dice y corazón ·
para dar de mamar al niño.
Los pechos de Emilia tenían unas venas de color azul que bajaban zigzagueando desde el cuello,
y un cuello largo como el de una paloma Zigzagueando:
haciendo curvas.
Entonces, a don Rafael
le entraban ganas de besar a su hijo,
y al hacerlo, rozaba el pecho de Emilia
y se ponía a temblar.
-· ¡Ay, pronto tendré que dejarte, sol mío!
-exclamaba Emilia-,
apretando al niño contra su pecho. Don Rafael se callaba al oír esto.
Emilia solía cantarle al niño una canción antigua.
·una canción que todas las madres han cantado alguna vez a sus hijos.
Y mientras la cuna se balanceaba
y Emilia cantaba,
don Rafael recordaba su niñez, ya lejana.
Un día el niño se puso muy enfermo
y en la casa se vivieron días y noches de angustia.
Mientras duró la enfermedad,
D()n Rafael hiZo que Emilia
se acostase con el niño en su cuarto.
Pero, señorito, -dijo ella-,
¿c.ómo quiere usted que yo duerma allí?
-Pues sencillo -contestó él-", ¡durmiendo! Para don Rafael todo era sencillo.
Al final, el médico consiguió curar al niño.
-¡Salvado! -exclamó don Rafael.
Don Rafael estaba eufórico
y fue a abrazar a Emilia,
que lloraba de alegría y.felicidad.
-¿Sabes una cosa?
-le dijo, sin dejar de abrazarla
y rtrirando al niño qu sonreía.
-Usted dirá -contestó ella,
mientras el corazón le latía con fuerza.
-·Ya que los dos estamos solteros
y somos los padres de este niño,
¿por qué no nos casamos?
-¡Pero don Rafael!
-exclamó Emilia poniéndose colorada.
-·Así podremos tener más hijos...
Emilia aceptó y esa misma noche se quedó embarazada. Poco después se casaron.
Y fueron felices, ¡que no es poco!
Y tuvieron 1O hijos más, una bendición de Dios. Don Rafael ya se podía morir tranquilo,
porque tenía muchos herederos .
Y así fue como don Rafael
dejó de cazar y jugar a las cartas ..
para convertirse en padre de familia.
Como solía decir: .:
-Hay que confiar en el azar.
y no se dejaba invadir por la tristeza.
Cuando algún compañero de juego buscaba alguna carta para ganar,
don Rafael solía repetir que hay cosas
que no se deben buscar, porque vienen solas.
Don Rafael creía en el destino, en el azar,
tal vez por creer en algo
y no tener la mente vacía.
-¿Y por ·qué no se casa usted? -le pregunt6 alguna vez su ama de llaves.
¿y por qué me tengo que casar?
Hay cosas, señora Rogelia, que no se deben ir a buscar
porque vienen solas.
¡Llegan cuando menos se piensan!
¡Eso pasa en el juego!
Pero mire, hay una...razón que me hace pensar en lo que me dice.
-¿Cuál? -
-La de poder morir tranquilo, con herederos.
-¡Vaya una razón!
-Pues para mí es la más importante
-respondió don Rafael,
que presentía que no valen "las razones,
sino el valor que les queramos dar.
Y tina mañana de primavera,
al salir para ver amanecer, ·con la ropa de caza, don Rafael encontró un envoltorio
en la puerta de su casa
.Se agachó para verlo mejor y oyó un susurro que salía desde dentro.
Como el envoltorio se movía, don Rafaello cogió y lo abrió. Era un recién nacido.
Don Rafael lo miró
y el corazón empezó a latirle con fuerza.
-¡Vaya una caza que. el destino me ha concedido!
-pensó don Rafael.
Cuentos del azar y del amor
Volvió a entrar en la casa.
Llevaba la escopeta colgada a la espalda.
Subió las escaleras de puntillas para no despertar al bebé
y llamó a la puerta despacio.
-Aquí traigo esto -le dijo al ama de llaves.
-¿Y qué es eso?
Es un niño. Alguien lo dejó en la puerta de la calle.
-¿Y qué vamos a hacer con él?
-preguntó el ama de llaves.
-¡Lo criaremos juntos! -le contestó don Rafael.
-¡Usted se ha vuelto loco! -exclamó ella-:-. Lo que tiene que hacer es hablar con él juez y llevar el niño al hospicio.
-No, eso no lo haré. ¡Pobrecito!
Una vecina que era madre
dio de mamar al bebé los primeros días.
Don Rafael encontró pronto una buena nodriza.
Era una chica soltera
que acababa de dar a luz a un niño muerto. El ama de llaves le dijo:
Nodriza: mujer que amamanta o cría hijos que no son suyos.
-Lo mejor sería que la nodriza se llevase al niño a su casa para criarlo
-No -replicó don Rafael.
Quiero que la nodriza se quede aquí.
Quiero vigilarla. ·
La salud ·del bebé depende de esa chica
y quiero asegurarme de que esté bien
y no se preocupe por nada.
Emilia, la nodriza, tenía 20 años. Era alta y morena de piel.
Tenía unos ojos alegres y negros como su pelo, y al andar movía mucho las caderas.
-Don Rafael, ¿cómo va a bautizarle?
-le preguntó el ama de llaves.
-Como hijo mío.
-Pero, ¿está usted loco?
¿Y si un día aparecen sus verdaderos padres?
Aquí o hay más padre ni madre que yo. Yo no pedí ser padre.
Pero ya que el destino me ha dado un niño, he decidido hacerme cargo de él
como si fuera mío.
No tengo culpa de su nacimiento,
Así pues, don Rafael bautizó y registró al niño como si fuera hijo suyo.
y el ama de llaves tuvo que aceptarlo y compartir la casa con la nodriza.
Don Rafael ya tenía algo más en qué pensar, no solo la caza y el tresillo .
Su casa se llenó de una vida nueva,
alegre y sencilla.
Y hasta se quedó sin dormir alguna noche paseando al niño para acallarlo.
pero tendré el mérito de hacerle vivir. Así además podré morirme tranquilo, porque ya tengo un heredero.
Mérito: reconocimiento por haber hecho algo.
-El niño es hermoso como el sol
Emilia no era tonta
y hemos tenido mucha suerte con la nodriza,
-le dijo un día don Rafael al ama de llaves.
--Esperemos que no vuelva con el novio que la dejó embarazada.
No, no volverá con él -le aseguró don Rafael-. Sabe que es un vago y ya no lo quiere.
Además, voy a pagarle un viaje a América
para que se vaya de aquí.
Pero ella puede encontrar otro novio
-insistió el ama de llaves.
-Ya me encargaré yo de que no pase eso.
y enseguida sintió admiración
por el carácter sencillo de don Rafael.
Se encariñó con el niño desde el principio .
como si fuese su misma madre.
Don Rafael y Emilia
se pasaban largos ratos al lado de la cama contemplando la sonrisa del niño,
que soñaba y hacía como que mamaba.
-¡Lo que es el hombre! -decía don Rafael. Y se cruzaban sus miradas.
Cuando Emilia tenía al niño en brazos, don Rafael se acercaba para besarlo
y rozaba la mejilla de la nodriza
y los rizos negros de su pelo.
Otras veces, don Rafael se quedaba contemplando alguno de los pechos blancos;
que Emilia sosterúa entre los dedos me dice y corazón ·
para dar de mamar al niño.
Los pechos de Emilia tenían unas venas de color azul que bajaban zigzagueando desde el cuello,
y un cuello largo como el de una paloma Zigzagueando:
haciendo curvas.
Entonces, a don Rafael
le entraban ganas de besar a su hijo,
y al hacerlo, rozaba el pecho de Emilia
y se ponía a temblar.
-· ¡Ay, pronto tendré que dejarte, sol mío!
-exclamaba Emilia-,
apretando al niño contra su pecho. Don Rafael se callaba al oír esto.
Emilia solía cantarle al niño una canción antigua.
·una canción que todas las madres han cantado alguna vez a sus hijos.
Y mientras la cuna se balanceaba
y Emilia cantaba,
don Rafael recordaba su niñez, ya lejana.
Un día el niño se puso muy enfermo
y en la casa se vivieron días y noches de angustia.
Mientras duró la enfermedad,
D()n Rafael hiZo que Emilia
se acostase con el niño en su cuarto.
Pero, señorito, -dijo ella-,
¿c.ómo quiere usted que yo duerma allí?
-Pues sencillo -contestó él-", ¡durmiendo! Para don Rafael todo era sencillo.
Al final, el médico consiguió curar al niño.
-¡Salvado! -exclamó don Rafael.
Don Rafael estaba eufórico
y fue a abrazar a Emilia,
que lloraba de alegría y.felicidad.
-¿Sabes una cosa?
-le dijo, sin dejar de abrazarla
y rtrirando al niño qu sonreía.
-Usted dirá -contestó ella,
mientras el corazón le latía con fuerza.
-·Ya que los dos estamos solteros
y somos los padres de este niño,
¿por qué no nos casamos?
-¡Pero don Rafael!
-exclamó Emilia poniéndose colorada.
-·Así podremos tener más hijos...
Emilia aceptó y esa misma noche se quedó embarazada. Poco después se casaron.
Y fueron felices, ¡que no es poco!
Y tuvieron 1O hijos más, una bendición de Dios. Don Rafael ya se podía morir tranquilo,
porque tenía muchos herederos .
Y así fue como don Rafael
dejó de cazar y jugar a las cartas ..
para convertirse en padre de familia.
Como solía decir: .:
-Hay que confiar en el azar.
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