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LA HISTORIA DEL FANTASMA NOVATO
Por H. G. Wells
La escena en la que Clayton contó su última historia regresa con bastante viveza a mi cabeza. Él estaba allí sentado, la mayor parte del tiempo, en el rincón del banco de madera junto a la espaciosa chimenea y Sanderson estaba sentado junto a él fumando su pipa de cerámica de Broseley que llevaba su nombre. Allí estaba Evans y aquella maravilla de actor, Wish, que es, además, un hombre modesto. Todos habíamos bajado al Club
Mermaid aquel sábado por la mañana, excepto
Clayton que había pasado allí la noche, lo que, de hecho, le dio pie a comenzar
su his toria. Habíamos jugado al
golf hasta que oscureció;
habíamos
cenado y nos encontrábamos con ese estado de
ánimo de serena amabilidad con el que los hombres escuchan con placer una his toria.
Cuando Clayton comenzó a contar una, naturalmente todos pensamos que se la estaba
inventando. De hecho, es posible que se la estuviera inventando, el lector será
capaz de juzgarlo por sí mismo tan bien como yo. Clayton comenzó, es cierto, con
un aire de anécdota real, que nosotros creímos era solamente el artificio incorregible
del hombre.
"¡Escuchad!", comentó, después de observar durante largo rato la lluvia ascendiente de chispas provenientes del tronco que Sanderson había golpeado, "¿sabíais que anoche estuve solo aquí?"
"Sin contar a los empleados domésticos",
dijo Wish.
"Que duermen en la otra ala", dijo
Clayton. "Sí. Bien". Fumó largamente de su puro como si todavía dudara de sí mismo. Luego, dijo en
voz bastante baja "¡Atrapé un fantasma!"
"¿Que atrapaste un fantasma?" dijo Sanderson. "¿Dónde está?"
Y Evans, que admira a Clayton inmensamente y ha estado cuatro semanas en América, gritó, "¿Atrapaste un fantasma, Clayton? ¡Me alegro de ello! Cuéntanoslo todo ahora mismo". Clayton dijo que lo haría en un minuto y le pidió que cerrara la puerta.
Me miró como disculpándose . "Por supuesto que nadie está escuchando a escondidas pero no querrán que incomodemos a nuestro excelente servicio con rumores de que hay fantasmas en este lugar. Hay demasiadas sombras y paredes revestidas con
paneles de roble como para jugar con eso. Y
éste, sabéis, no era un fantasma normal y corriente. No creo que vuelva... nunca".
"¿Quieres decir que no te lo quedaste?"
dijo Sanderson.
"No me atreví", dijo Clayton.
Y Sanderson dijo que estaba sorprendido.
Todos reímos y Clayton pareció ofendido. "Ya
sé", dijo, esbozando una sonrisa, "pero el hecho es que realmente se trata
ba de un fantasma y estoy tan seguro de ello como de que estoy hablando con vosotros
ahora. No estoy bromeando. Lo digo en serio".
Sanderson dio una calada profunda a su pipa,
con un ojo roji zo sobre Clayton, y luego emitió un fino chorro de humo más elocuente
que muchas palabras.
Clayton ignoró el comentario. "Es la cosa más extraña que me ha pasado nunca en la vida. Sabéis, yo antes nunca había creído en fantasmas ni en nada parecid o, nunca; y luego, resulta que cazo uno en un rincón; y todo el asunto está en mis manos".
Clayton meditó más profundamente aún, y sacó
un segundo puro al que empezó a cortarle la punta con una curiosa cuchillita que
a él le gustaba.
"¿Le hablaste?" preguntó Wish.
"Probablemente, durante una hora".
"¿Era conversador?" dije yo, uniéndome
al bando de los escépticos.
"El pobre diablo estaba metido en un lío",
dijo Clayton e inclinó la punta de su puro, con la más mínima nota de reproche.
"¿Estaba llorando?" preguntó alguien.
Clayton suspiró de
manera realista mientras hacía memoria. "¡Por Dios!" dijo; "sí".
Y luego, "¡Pobre hombre! Sí".
"¿Dónde lo asaltaste?" preguntó Evans, con su mejor acento amencano.
"Nunca me había
dado cuenta", dijo Clayton, ignorándolo,
"de lo patético
que puede llegar a ser un fantasma", y de nuevo nos mantuvo a la espera durante
un rato, mientras buscaba las cerillas en su bolsillo y encendía su puro.
"Yo tenía ventaja",
meditó al fin.
Ninguno de nosotros
tenía prisa. "La personalidad", dijo, "continúa siendo exactamente
la misma aunque se haya vuelto incorpórea. Eso es algo que a menudo olvidamos. La
gente con fuerza y cierta determinación tendrá probablemente fantasmas con cierta
determinación. Sabéis, la mayoría de los fantasmas que asustan tienen que ser obsesos
hasta la paranoia y cabezones como mulas para volver una y otra vez. Esta pobre
criatura no lo era". De pronto, miró hacia arriba de forma bastante extraña
y su mirada recorrió la habitación. "Lo digo con toda bondad", dijo, "pero
esa es la cruda verdad del caso. Incluso, a primera vista a mí me pareció débil".
Clayton puntuaba
con la ayuda de su puro.
"Sabéis, me encontré con él en el pasillo largo. Me estaba dando la espalda y yo lo vi primero. Inmediatamente supe que era un fantasma. Era transparente y blanco; a través de su pecho podía ver perfectamente el brillo de la pequeña ventana al final del pasillo. Y no sólo su físico sino también su actitud me pare ció débil. Tenía un aspecto, sabéis, como si no tuviera ni la más mínima idea de lo que tenía que hacer. Una mano la tenía sobre el panel de madera de la pared y la otra se agitaba delante de su boca. Tal que -¡ASÍ!"
"¿Qué tipo de
físico?" dijo Sanderson.
"Enjuto. Ya
sabes, del tipo de hombre joven que tiene dos grandes acanaladuras en la parte de atrás del cuello, aquí y aquí
"'¿Qué te supera?"'
"'Sí, señor. He intentado hacerlo varias veces pero no me sale. Hay algún pequeño detalle que se me ha olvidado y que no puedo recuperar"'. Aquello, sabéis, me dejó bastante pasmado. Me miró de una
forma tan lastimosa
que, os lo juro, apenas me fue posible mantener la pose elevada y amenazadora
que había adoptado. 'Qué extraño', dije, y mientras hablaba me pareció oír a alguien
moviéndose en el piso de abajo. 'Ven a mi habitación y cuéntame más', dije. 'Está
claro que no he entendido nada', e intenté coger lo por el brazo. Pero, por supuesto,
fue igual que intentar coger
¡una bocanada de
humo! Había olvidado cuál era mi número de habitación, creo; de cualquier manera,
recuerdo que entré en varias habitaciones, por suerte era el único
en aquella ala, hasta que vi mis enseres. 'Ya hemos llegado', dije y me senté en
el sillón; 'siéntate y cuéntamelo todo. Me da la impresión de que estás en una situación
bastante difícil, querido amigo"'.
"Bien, me dijo
¡que no quería sentarse! Prefería revolotear por la habitación si a mí no me importaba
. De modo que eso hizo y al cabo de un rato estábamos inmersos en una larga y seria
con versación .Y, sabéis, en aquel momento, algo de aquellos vasos de whisky y
soda se evaporó y comencé a ser un poco consciente del asunto tan extraño e insólito
en el que me había metido. Allí estaba él semitransparente, un auténtico fantasma
convencional y silencioso, a excepción de su tenue voz, revoloteando de aquí
para allá en aquel
viejo dormitorio, agradable, limpio y coqueto. Yo podía ver el brillo de los candelabros
de cobre a través de él y las luces sobre el guardafuegos de latón y las esquinas
de los grabados enmarcados sobre la pared, y allí estaba él contándome todo lo relativo
a su desdichada vida en la tierra, que había termi nado recientemente. No tenía
un rostro particularmente honesto, sabéis, pero como era transparente, por supuesto,
no podía evitar contar la verdad".
"'¿Cómo?"' dijo Wish, incorporándose repentinamente en su asiento.
"'¿Qué?"'
dijo Clayton.
"Como era transparente,
no podía evitar contar la verdad. No lo entiendo", dijo Wish.
"Yo no lo entiendo, dijo
Clayton, con una seguridad inimitable. "Pero es as puedo asegurártelo a pesar
de todo. No creo que en su
día hubiera sido
muy sincero. Me contó cómo había muerto, había bajado a un sótano de Londres con
una vela para buscar un escape de gas, y se describió como un profesor de inglés
de secundaria en una escuela privada de Londres
cuando ocurrió aquel escape".
"¡Pobre infeliz!",
dije yo.
"Eso es lo que yo pensé y, cuanto más hablaba, más pensa ba yo eso. Allí estaba él, sin rumbo en la vida y sin rumbo fuera de ella. Me habló de su padre y de su madre y de su maestro de escuela y de todos aquellos que habían significado algo para él en la vida, de manera humilde. Había sido demasiado sensible, demasiado nervioso; ninguno de ellos lo había valorado o entendido de verdad, dijo. Nunca había tenido un amigo de verdad en el mundo, creo; nunca había tenido éxito. Había rehui do los juegos y suspendido los exámenes. 'A algunas personas les ocurre', dijo; 'en cuanto entraba en la sala de exámenes o en cualquier otro lugar todo parecía desaparecer'. Estaba compro metido y se iba a casar, por supuesto, supongo que con otra persona hipersensible, cuando el descuido con el escape de gas terminó con su vida. '¿Y dónde estás ahora?' pregunté. '¿No estás en...?"'
"No fue claro
en absoluto acerca de ese punto. La impresión
que me dio era la
de una especie de estado intermedio indefinido, una reserva especial para almas
demasiado inexistentes para cualquier cosa tan positiva como el pecado o la virtud.
No sé. Era demasiado egoísta y poco observador como para darme una idea clara del
tipo de lugar, del tipo de país, que hay al Otro Lado de las Cosas. Dondequiera
que estuviera, al parecer andaba con un grupo de espíritus similares: fantasmas
de hombres jóvenes débiles del East End londinense que se llamaban por su
nombre de pila y entre ellos ciertamente se hablaba mucho acerca de 'salir a rondar'
y cosas por el estilo. ¡Sí, salir a rondar! Al parecer, creían que 'rondar' era
una gran aventura y la mayoría de ellos hablaba de ello todo el tiempo. Y así de
preparado, sabéis, es como había llegado".
"¡Vaya por Dios!"
dijo Wish mirando al fuego.
''Al menos, éstas
son las impresiones que él me dio", dijo Clayton modestamente. "Por supuesto,
es posible que mi estado no fuera demasiado crítico, pero aquellos fueron los antecedentes
que dio acerca de sí mismo. Continuaba revoloteando de acá para
allá mientras seguía
hablando con su fina voz, hablaba acerca de su desdichada vida pero ni una afirmación
clara y concreta desde el principio hasta el final. Estaba más delgado y era más
tonto e inútil que si hubiera estado vivo. Sólo que, sabéis, no habría estado aquí
en mi habitación, de haber estado vivo. Lo habría echado a patadas".
"Y hay exactamente
las mismas posibilidades de que tengan fantasmas que el resto de nosotros",
admití.
"Lo que le daba
algo de fuerza era el hecho de que, dentro de
demasiado con estas
cosas', dije. 'Lo que tienes que hacer es salir de esto, salir de esto, rápidamente.
Cálmate e inténtalo'. 'No puedo', dijo él. 'Inténtalo', dije yo, y lo intentó".
"¡Inténtalo!"
dijo Sanderson. "¿Cófflo?"
"Pases",
dijo Clayton.
"¿Pases?"
"Series complicadas
de gestos y pases con las manos. Así es
como había entrado y así es como tenía que salir de nuevo.
¡Señor! ¡En qué lío
me había metido!"
"Pero ¿cómo
podían una serie de pases...?" comencé.
"Mi querido
amigo", dijo Clayton, volviéndose hacia mí y poniendo un gran énfasis en ciertas
palabras, "deseas que te aclare todo. Pero yo no sé cÓT!Io. Todo lo que sé
es que así se hace, que él al menos lo hizo. Pero, sabéis, después de un rato aterrador
consiguió hacer sus pases correctamente y de pron to desapareció".
"Y tú", dijo Sanderson, lentamente, "¿observaste los pases?" "Sí", dijo Clayton pensativo. "Fue enormemente curioso", dijo. "Allí estábamos, yo y aquel fantasma delgado e indefinido, en aquella habitación silenciosa, en esta posada silenciosa y vacía, en esta pequeña ciudad silenciosa un viernes por la noche. No se oía ningún ruido aparte de nuestras voces y el débil jadeo que el fantasma emitía al balancearse . Las únicas lámparas encendidas eran la de la habitación y otra que había sobre el tocador, eso era todo, de vez en cuando una de las dos lámparas fulguraba y se veía una asombrosa llama alta y esbelta durante un rato. Y pasaron cosas raras. 'No puedo', dijo; '¡Nunca podré!' Y de repente se sentó en una pequeña silla a los pies de la cama y comenzó a sollozar amargamente. ¡Señor! ¡qué aspecto tan des garrador y lloroso tenía!"
"¡Qué!"
dijo Sanderson, "¿los pases?"
"Sí, los pases".
"Pero..." dije yo, conmovido por una idea que se me escapó al cabo de un momento.
"Qué interesante", dijo Sanderson, con el dedo en la cazoleta de su pipa. "¿Quieres decir que este fantasma tuyo te reveló...?" "¿Si lo hizo lo mejor que pudo para revelarme como traspasar la maldita barrera? Sí".
"No lo hizo", dijo Wish; "no podía. O tú te habrías ido allí también".
"Eso es exactamente", dije, viendo que mi idea escapadiza estaba siendo verbalizada por otro.
"Eso es exactamente", dijo Clayton, mirando pensativo el fuego.
Durante un pequeño
momento todo se quedó en silencio.
"¿Y al fmallo
consiguió?" dijo Sanderson.
Miró la ceniza de su puro durante un momento. "Eso es todo lo que ocurrió", dijo.
"¿Y después
te fuiste a la cama?" preguntó Evans.
"¿Qué otra cosa
podía hacer?"
Miré a Wish a los ojos. Queríamos reírnos de él pero había algo, algo quizá en el tono de voz y las formas de Clayton que obstaculizó nuestro deseo.
"¿Y cómo eran
los pases?" dijo Sanderson.
"Supongo que
podría hacerlos ahora".
"¡Oh!" dijo Sanderson, sacó un cortaplumas y comenzó a rascar los restos de tabaco de la cazoleta de su pipa.
"¿Por qué no los haces ahora?" dijo Sanderson, cerrando su cortaplumas con un ruido seco.
"Eso es lo que
voy a hacer", dijo Clayton. "No funcionarán", dijo Evans.
"Si funcionan
..." sugerí.
"Sabes, preferiría que no lo hicieras", dijo Wish, estirando las piernas.
"¿Por qué?"
preguntó Evans.
"Preferiría
que no lo hiciera", dijo Wish.
"Pero si no
los sabe hacer bien", dijo Sanderson, echando demasiado tabaco en su pipa.
"Da igual, preferiría
que no lo hiciera:', dijo Wish.
Estuvimos discutiendo con Wish. El decía que si Clayton hacía esos movimientos era como reírse de un asunto serio.
"Pero, ¿no creerás...?"
dije yo. Wish miró a Clayton que estaba mirando el fuego, considerando algo en su
mente. "Sí que creo, bastante, en cualquier caso, sí que creo", dijo Wish.
"Clayton",
dije yo, "mientes demasiado bien para nosotros. La mayor parte ha estado bien.
Pero lo de la desaparición ... ha resultado ser convincente. Dinos, se trata de
un cuento inven tado".
Se levantó sin prestarme
atención, se colocó en medio de la alfombra que había delante de la chimenea y se
dirigió hacia mí. Durante un instante, se miró los pies pensativamente y, luego,
el resto del tiempo sus ojos estuvieron fijos en la pared opuesta con una expresión
de concentración. Levantó lentamente las
dos manos a la altura de sus ojos y entonces empezó...
Bien, Sanderson es
francmasón, es miembro de la logia masónica de los Cuatro Reyes que con tanta habilidad
se dedica al estudio y la elucidación de todos los misterios de la masonería pasada
y presente y, de entre los estudiantes de esta logia, Sanderson no es ni mucho menos
el más humilde. Sanderson siguió los movimientos de Clayton con un interés extraño
refle jado en sus ojos rojos. "No está mal", dijo, cuando hubo acaba
do. "Sabes, Clayton, realmente improvisas de una manera increíble. Pero te
has olvidado de un detalle".
''Ya lo sé",
dijo Clayton. "Creo que podría decirte cuál". "¿Y bien?"
"Éste",
dijo Clayton, y giró y retorció y acometió de forma
extraña con las manos.
"Sí".
"Sabéis, eso
es lo que él no conseguía hacer bien", dijo Clayton. "Pero, ¿cómo se ...?"
"No entiendo
en absoluto la mayor parte de esta historia, par ticularmente la forma en que te
lo has inventado", dijo Sanderson, "pero justamente esa parte, sí".
Estuvo reflexionando. "Se trata de una serie de gestos conectados con una cierta
rama de la masonería esotérica. Probablemente ya lo sepas. Porque si no... ¿cómo?"
Siguió reflexionando un rato más. ''No creo que pueda hacerte ningún mal si te explico
el giro correcto. Después de todo, si sabes, sabes, si no sabes, no
sabes".
"Yo no sé nada", dijo Clayton, "sólo lo que al pobre diablo se le escapó anoche".
"Bien, de cualquier
manera", dijo Sanderson, y dejó su pipa
de arcilla con mucho
cuidado sobre el anaquel encima de la chimenea. Después comenzó a gesticular rápidamente
con las manos.
"¿Así?"
dijo Clayton, imitándolo.
"Así",
dijo Sanderson, y volvió a coger la pipa.
"Ah, ahord',
dijo Clayton, ''Ya lo puedo hacer, correctamente". 1 ,
Se colocó delante
del tenue fuego y nos sonrió a todos. Pero creo que había una pequeña duda en su
sonrisa. "Si empiezo..."dijo.
"Yo no empezaría",
dijo Wish.
"¡No pasa nada!"
dijo Evans. "La materia es indestructible. No creerás que un cuento de este
tipo se va a llevar a Clayton al mundo de las tinieblas. ¡Faltaría más! En lo que
a mí respecta, Clayton, puedes intentarlo hasta que los brazos se te caigan a la
altura de las muñecas".
"No estoy de
acuerdo", dijo Wish, y se levantó y puso el brazo sobre el hombro de Clayton.
"De alguna manera, has hecho que me crea esa historia en parte y ¡no quiero
verlo!"
"¡Válgame Dios!"
dije yo, "¡Wish tiene miedo!"
Estábamos todos sentados
mirando a Clayton, yo, al menos, tenía una especie de sensación de tensión y rigidez,
como si mi cuerpo se hubiera vuelto de acero desde la parte posterior de la cabeza
hasta la mitad de los muslos. Y allí, con una solemnidad de imperturbable serenidad,
Clayton dobló y meneó y agitó los brazos y las manos delante de nosotros. Según
iba llegando al fmal, nos íbamos apiñando, los dientes nos castañeaban. El últi
mo movimiento, como ya he dicho, era extendiendo los brazos, con la cara mirando
hacia arriba. Y cuando por fm comenzó a realizar este movimiento final yo dejé incluso
de respirar. Era ridículo, por supuesto, pero ya sabéis cómo es esa sensación cuando
te cuentan un cuento de fantasmas. Acabábamos de cenar, en una extraña y vieja casa
tenebrosa. ¿De verdad desa parecería, después de todo?
Clayton estuvo un buen rato con los brazos abiertos y la cara mirando hacia arriba, seguro de sí mismo y lleno de vida, ilumi nado por la lámpara que estaba colgada. Aquel momento pareció durar una eternidad y luego todos emitimos una exhalación que era medio un suspiro de alivio infmito, medio un "¡No!" reafir mante. Ya que, estaba claro que no se iba a ir.No era más que una tontería . Nos había contado una historia vacía y la había exagera do tanto que casi nos había convencido, ¡eso era todo!... Y, entonces, en ese momento el rostro de Clayton cambió.
Cambió. Cambió como cambia una casa iluminada cuando las luces se apagan repentinamente .De pronto, sus ojos eran unos ojos que estaban fijos, su sonrisa se había congelado en sus labios, y se quedó allí quieto. Se quedó allL balanceándose muy dulcemente.
Aquel momento, también,
duró una eternidad. Y, entonces, sabéis qué, empezaron a caer cosas, las sillas
se desmontaron y todos nosotros comenzamos a movernos. Sus rodillas parecía que
estaban cediendo y se cayó hacia delante y Evans se levantó y lo cogió en sus brazos...
Todos nos quedamos
asombrados. Durante un minuto
supongo que nadie
dijo nada coherente. Todos nos lo creímos, aunque no nos lo podíamos creer... Cuando
salí de mi confusa estupefacción me encontré arrodillado a su lado, su chaleco y
su camisa estaban rasgados y Sanderson tenía la mano sobre su corazón ...
Bueno, aquel simple
hecho que teníamos delante bien podía esperarse hasta que estuviéramos preparados;
no había prisa en que comprendiéramos. Se quedó allí durante una
hora y hasta el día de hoy llena mi memoria, negro y asombroso todavía. Clayton
había pasado, de hecho, al mundo que está tan cerca y tan lejos de nuestro propio
mundo y había ido hasta allí por el único camino que un hombre mortal puede tomar.
Pero yo no puedo juzgar si pasó allí por el conjuro de aquel pobre fantasma o si
le dio un ataque al corazón repentino en mitad de una historia sin sentido como
nos hizo creer el jurado del juez de instrucción; simple mente, se trata de uno
de esos enigmas inexplicables que deberá
permanecer sin resolver hasta que llegue la solución final de todas las cosas.Todo lo que sé con certeza es que, en el mismo momento, en el mismo instante en que concluyó aquellos pases, Clayton cambió y se tambaleó y se cayó delante de nosotros -¡muerto!
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