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"La oferta del destino", forma parte del libro “Cuentos de mujeres europeas”, editado por Clan, el año 2016, con locución de Elena Culicovschi y música Pas de deux (The Nutcracker). P. Tchaikovsky
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LA OFERTA DEL DESTINO
Por Florbela Espanca
(a Vina)
Un día el destino, un viejecillo torpe de cabellos nevados, me dio unos zapatos y me dijo: "Aquí tienes estos zapatos de hierro, cálzatelos y camina... Camina siempre, sin descanso ni fatiga, avanza siempre y no te detengas, ¡no pares nuncal... El camino de la vida tiene trechos de cielo y paisajes infernales, no te asustes de la oscuridad, que no te deslumbre la claridad, no te detengas ni siquiera un minuto a la orilla de la senda, deja que las margaritas florezcan, deja que los ruiseñores canten. Ya sea llano o escarpado el inmenso camino, ¡camina, camina siempre! ¡Nunca te pares! Un día los zapatos se romperán, entonces tendrás que detenerte. ¡Por fin habrás encontrado los ojos perturbadores y profundos, la boca embriagadora y fatal que ha de llevarte para siempre jamás!"
Me calcé los zapatos y caminé bajo el profundo resplandor de la luna. Unas veces en los matorrales cantaban los ruiseñores...
Otras veces, las rosas se abrían en el sol ardiente del mediodía, rojas como besos de sangre. Las mariposas portaban en sus alas, finas como harapos de seda, los perfumes delirantes de millares de flores. Y otras veces incluso, sin ninguna estrella en el cielo ni ningún perfume en la tierra, oía a mis pies la voz de algún inmenso abismo. Pasé por el reino del sueño, por el país de la esperanza y del amor que, visto desde lejos, bañado por el sol, parece una inmensa esmeralda, y vi también las tristes tierras de la melancolía, donde la luna llora noche y día. ¡No me detuve ni un solo instante! Fui dejando pedazos de mi corazón dispersos por los caminos que recorrí, ¡pero yo seguí siempre caminando sin flaquear en ningún momento!... Hace mucho tiempo que camino, tengo ya casi cien años, mis cabellos han adquirido el color del algodón, y mi frágil cuerpo se inclina suavemente hacia la tierra, como una endeble vara sacudida por el viento del norte. Empiezo a sentirme cansada, mis pasos comienzan a titubear en el inmenso camino de la vida.
¡Y mis zapatos aún no se han roto!
¡Dónde estáis vosotros, oh, ojos perturbadores y profundos, oh, boca embriagadora y fatal que ha de llevarme para siempre jamás?!...
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