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"En manos de la cocinera", de Miguel de Unamuno ; adaptación de LF de Mª José Martín y Mila Marcos, forma parte del libro “Cuentos del azar y del amor”, editado por Libertas, el año 2016, con locución de Paqui Padilla Navarro y música de Juventino Rosas, vals "Ensueño seductor".
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Gracias a Dios, la vida de soltero de Vicente,
esa Vida vacía, por fin iba a terminar.
Vicente iba a comenzar una nueva vida,
una vida de verdad;
¡El pobre Vicente no aguantaba más su soledad!
Desde que murió su madre
Vicente vivía solo con la criada.
La criada le cuidaba bien,
era lista, discreta y solícita
No era muy guapa,
pero tenía unos ojos que le alegraban la cara. A pesar de que la criada le hacía compañía
Vicente se sentía solo y no quería seguir soltero.
Era alta, fuerte y rubia.
Caminaba como una diosa,
derecha, con la frente mirando al cielo
y tema una boca que cuando la mirabas
daban ganas de vivir.
Toda su hermosura era reflejo de su salud.
Toda su hermosura era reflejo de su salud.
Pero Rosaura tenía algo
que por un lado aumentaba el deseo de Vicente
y por otro lado enfriaba su amor.
Rosaura era muy reservada.
Vicente nunca pudo tratarla con la confianza
con que se tratan los novios.
Jamás consiguió que Rosaura le diese un beso.
que por un lado aumentaba el deseo de Vicente
y por otro lado enfriaba su amor.
Rosaura era muy reservada.
Vicente nunca pudo tratarla con la confianza
con que se tratan los novios.
Jamás consiguió que Rosaura le diese un beso.
Rosaura siempre le decía:
-Cuando nos casemos
te daré todos los besos que quieras.
Vicente pensaba que decir «todos los que quieras»
era una forma dé despreciar los besos, y que solo tienen valor las caricias .
que cuesta conseguir.
Vicente se preguntaba:
te daré todos los besos que quieras.
Vicente pensaba que decir «todos los que quieras»
era una forma dé despreciar los besos, y que solo tienen valor las caricias .
que cuesta conseguir.
Vicente se preguntaba:
-¿Rosaura me querrá de verdad?
¡Rosaura era muy reservada!
Parecía que lo único que le preocupaba a Rosaura .
¡era hacerse valer, hacerse respetar!
Seguía los consejos que su madre le daba
Para Vicente su futura suegra era insoportable. Cuando ella estaba delante no se podía hablar de las cosas realmente importantes,
ni se podía llamar a las enfermedades por su nombre.
La madre de Rosaura siempre le decía:
-- ¡Hija mía, hazte respetar!
Y ese respeto fue lo único que ella conoció de su marido.
Vicente siempre se pregunta:
-¿Me querrá Rosaura?
¡Era tan hermosa !
¡Sus ojos brillaban tanto!
Y sus labios brillaban todavía más. Tenían un color tan encendido y fresco que al mirarlos daban ganas
de respirar más fuerte y más hondo.
Cuando faltaban pocos días para la boda, Ignacia, la criada, le preguntó a Vicente:
-¿Señorito, yo seguiré trabajando en esta casa, cuando usted se case?
-. ¡Claro que sí, Ignacia!
-¿Y la señorita Rosaura querrá traer otra criada.?
No, no querrá -respondió Vicente.
Pero la pobre Ignacia se quedó pensando
que Rosaura y ella: eran incompatibles; tan distintas que no podrían vivir juntas
El día antes de la boda, cuando ya estaba todo organizado,
Vicente-se cayó del caballo y se rompió una pierna.
El médico le dijo a Vicente
que tendría que estar en cama por lo menos un mes. Este accidente irritó mucho a la familia de la novia.
La madre de la novia exclamó:
-¡Ahora que ya está todo organizado
y hecho todo el gasto de la boda!
El padrino de Vicente encontró la solución:
-La novia va a casa del novio y se casan allí.
¡Esta idea no le gustó nada a la madre de la novia.
El padrino intentó convencerla.
Él pensaba que no había problema y le dijó:
-Pueden casarse aunque Vicente esté en cama
y así Rosaura podrá quedarse en casa del novio.
La madre de Rosaura no estaba de acuerdo.
No quería que su hija se casase en casa del novio
y menos aún con Vicente en cama y con .la pierna rota.
Rosaura pensaba que su novio podía quedarse cojo para siempre.
Vicente sufría más por lo que hacía Rosaura
que por su pierna rota.
Rosaura fue a visitarle solo por compromiso.
Además, no aceptó casarse con él¡ y tampoco cuidarle durante su convalecencia.
La madre de Rosaura no quería
que su hija hiciese de enfermera. Ella pensaba:
-¡Cómo va a cuidar mi hija, una muchacha soltera, a un hombre soltero!
¡Aunque sean novios formales!
¡Además, con una pierna rota!
¡Todo esto no me parece correcto!
Al fmal a Vicente solo le quedó el consuelo y la ayuda de la pobre Ignacia.
Ignacia estaba siempre dispuesta a darle su cariño y su ayuda.
Le hacía las curas, le cambiaba los vendajes
y le movía la pierna con tanta delicadeza que Vicente procuraba no quejarse
porque las manos de Ignacia eran tan suaves que parecían alas de ángel
Vicente se cansó de estar en la cama.
Le decía a Ignacia:
-. ¡Qué despacio va esto!
Ignacia le animaba y le decía:
-Tenga paciencia , señorito.
El médico dice que usted se va a recuperar del todo,
y que no se quedará cojo.
Además, la señorita Rosaura le espera.
-¿Tú crees que me espera? -le preguntaba Vicente.
-Sí, ayer volví a encontrarme con ella.
y me preguntó por usted.
Parecía preocupada.
Pero esto no era suficiente para Vicente,
que prefería que Rosaura fuera a verle
y no solo que preguntase por él.
Pronto pudo levantarse de la cama
y comenzó a dar unos pasos por la casa
apoyado en un bastón.
Vicente mandó decir a Rosaura
que estaba decidido a ir así a la iglesia para casarse.
La madre de Rosaura le contestó que no había prisa,
y que era mejor esperar
hasta que se recuperara del todo.
Por fin decidieron una nueva fecha para la boda. Para entonces Vicente estada recuperado del todo, podría ir sin bastón y caminar como antes del accidente.
Pero Vicente estaba triste,
ya no estaba ilusionado con la boda
y le parecía un sacrificio
Pero tenía que casarse.
¡Quería cumplir su palabra!
ya no estaba ilusionado con la boda
y le parecía un sacrificio
Pero tenía que casarse.
¡Quería cumplir su palabra!
Tres días antes de la boda
Ignacia fue a hablar con Vicente.
Estaba confusa, avergonzada, y le dijo:
-Señorito, siento decirle que me voy de la casa.
Y se echó a llorar.
-¿Cómo que té vas?
--Sí, me voy porque usted va a casarse.
-Pero tú y yo hicimos un trato:
que te quedarías aquí, y seguirías siendo nuestra criada.
--Sí, en eso quedamos usted y yo, pero creo que la señorita Rosaura no quiere.
-¿Por qué dices eso? -preguntó Vicente.
¿Rosaura te ha dicho algo?
No, no me ha dicho nada.
Pero yo -sé que no podemos estar juntas.
-¿Por qué piensas eso?
-Porque yo le he cuidado cuando usted estaba enfermo y ella no.
-¿Y eso qué tiene que ver?
-Sí tiene que ver -respondió Ignacia-.
Lo digo porque ella es una señorita, la señorita que se va a casar con usted.
Ella no ha venido a cuidarle porque no era correcto.
En cambio yo sí le he cuidado.
-Sí, tú eres la criada.
-Eso, yo soy 1a criada
Al oír esto, Vicente bajó la cabeza.
Al poco rato la levantó y fijó sus ojos
en los ojos claros de su criada,
y le dijo despacio:
-Tienes razón, Ignacia, comprendo tus razones y tus sentimientos y también comprendo tus temores.
Mi futura esposa y tú seréis incompatibles, no podréis estar juntas en esta casa, y la madre de Rosaura al final te echaría de casa.
Vicente siguió hablando:
-Mi novia no vino a cuidarme.
Ella pensaba que eso era trabajo de la criada, y tú me has cuidado tan bien, con tanta atención,
que no creo que Rosaura pueda hacerlo como tú cuando estemos casados.
Sí, sois incompatibles, no podéis estar juntas en esta casa, y como yo no quiero separarme de mi enfermera, renuncio a Rosaura y me caso contigo.
¿Te quieres casar conmigo?
Al oír esto, la pobre Ignacia se echó a llorar.
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