• Sígueme en Facebook>
  • Sígueme en Twitter>
  • Sígueme en Instagram
  • Sígueme en Telegram
  • RSS
  • Banco de Relatos Sonoros de la Red de Bibliotecas de Lorca
    x
    AVISO LEGAL: "No se permite el uso con fines lucrativos, ni la reproducción, comunicación pública, etc. de los contenidos. Siendo el titular de los derechos el Ayuntamiento de Lorca"

    Perseo con locución de Daniel Torregrosa



     

    ESCUCHA EL RELATO



    "Perseo", de Daniel Torregrosa, forma parte del libro “Del mito al laboratorio : la inspiración de la mitología en la ciencia”, editado por Cálamo, el año 2018, con locución del autor y música de Bach. Sonata para Cello Suite, nº1



    LEE EL RELATO

    PERSEO

    Una constelación y las lágrimas de San Lorenzo


    Hubo una época en que las diosas y los dioses se unían libre Y apasionadamente a los ingenuos mortales. Fruto de esos extraños emparejamientos nacían unos niños especiales, seres distintos, admirables, valientes y fuertes, sublimes semidioses. Cuando cre­cían se convertían en héroes y heroínas.

    Uno de ellos fue Perseo. Hijo de la mortal Dánae y del pro­miscuo Zeus, Perseo fue engendrado mediante una original ar­timaña urdida por su padre. El padre de Dánae, Acrisio, rey de Argos, había encerrado a su bella hija en una torre de bronce, temeroso de una profecía que auguraba que su nieto -el hijo de Dánae- le mataría. Dánae permanecía aislada y recluida en la torre, pero el hábil Zeus se manifestó en forma de lluvia de oro y accedió a Dánae, dejándola embarazada. Perseo nació en el cautiverio diseñado por su abuelo, y no fue hasta que tuvo cua­ tro años, cuando las risas y travesuras del pequeño le descubrie­ ron ante Acrisio. Furioso tras este descubrimiento y traición, Acrisio ordenó construir un gran cofre de madera. Madre y niño fueron arrojados al mar y abandonados a una muerte segura.

    Nadie escapa a su destino, y las profecías de los oráculos rara vez erraban, para desgracia de Acrisio. Perseo y su madre so­ brevivieron a las terribles tormentas y tempestades, y fueron res­ catados por un pescador cerca de la isla de Sérifos. El pescador, llamado Dictis, recogió a Dánae y su hijo y los llevó a la corte de su hermano Polidectes, el cruel rey tirano que gobernaba en la isla. Polidectes se encaprichó febrilmente de Dánae y la cortejó sin éxito durante años. Dánae rechazaba una y otra vez a su pre­ tendiente con la excusa de que solo vivía para su hijo.

    Cuentan las crónicas que un día Dánae acudió a una fiesta que organizaba la realeza de la isla, con su hijo Perseo convertido ya en un fuerte y valeroso mozo, convencida de que nadie se fi­jaría en ellos. La fiesta comenzó a animarse, el vino y la ambrosía circulaban sin mesura y el rey Polidectes hizo una atrevida pro­ puesta: pidió a los presentes que le entregasen un caballo cada uno como regalo para poder ofrecérselo a la princesa Hipodamía para conquistarla. Perseo no tenía caballo, pero animado por las circunstancias, prometió al rey que haría cualquier cosa por complacerlo, incluso traer la cabeza de Medusa, una de las te­mibles gorgonas capaz de convertir a cualquier hombre en pie­dra con su mirada. Justo lo que Polidectes pretendía, una hazaña suicida que le despejaría el camino hacia Dánae

    A la mañana siguiente, y enviados por Zeus, Atenea (Mi­ nerva) y Hermes (Mercurio) le proporcionaron a Perseo consejos y armas para su valiente cruzada. Atenea le entregó un brillante l"Scudo y el casco de Hades (Plutón), dios del inframundo, un yelmo que otorgaba invisibilidad a aquel que lo llevara puesto. 1 lermes le regaló una espada curvada en forma de hoz y unas sandalias aladas. Para encontrar el escondite de Medusa, Perseo fue en busca de las Grayas, tres horribles ancianas que compar­ tían un mismo ojo y un mismo diente, pasándoselos una a la otra alegremente. Perseo les arrebató el ojo y el diente, ponién­ doles como condición para devolvérselos que le revelaran dónde podía encontrar a Medusa. Las Grayas no tuvieron otra opción que mostrarle el camino a Perseo.
    Una vez en la residencia de las gorgonas, Perseo utilizó su casco de invisibilidad y el escudo reflectante para buscar a Me­ dusa de forma indirecta, mirando su reflejo mientras se acercaba a ella. El cabello sinuoso de Medusa se contorsionó al percibir su presencia, pero ella no veía a nadie a quien atacar. Perseo cortó la cabeza de Medusa con su espada evitando su mirada, la metió en su bolsa y salió de aquella morada a toda prisa utilizando sus sandalias aladas y perseguido por las furiosas hermanas de Me­ dusa. De la sangre que brotaba de la cabeza decapitada de Me­ dusa nacieron el caballo alado Pegaso y el gigante Crisaor.


    Durante su viaje de regreso, Perseo se encontró con el titán Atlas que se interpuso en su camino. Al ver que Atlas no le per­ mitía seguir, le mostró la terrible cabeza de Medusa, que aún mantenía en su poder. Atlas quedó solidificado en una enorme cordillera de montañas situada en el norte de África, que hasta el día de hoy sostienen al cielo con sus cumbres.


    Perseo continuó volando, atravesó el océano, hasta que en­contró encadenada a una roca a una bella joven totalmente des­nuda. Herida en brazos y piernas, la indefensa chica estaba apunto de ser devorada por Cero, un gigante y terrible monstruo marino, hijo de Gea y Ponto. Perseo descendió a roda velocidad desde el cielo y atacó a Cero en una lucha sin cuartel que se zanjó de nuevo con el arma secreta de Perseo, la cabeza de Medusa.


    Una relación que empieza así, no puede terminar más que en feliz matrimonio. La aliviada rescatada de la muerte era An­drómeda, hija del rey Cefeo y de la reina Casiopea. Al igual que Níobe, Andrómeda y su madre habían osado equipararse en be­lleza a las nereidas, las ninfas del mar, y encontraron la cruel ira de Poseidón. La única manera de calmar al dios del mar y que no destruyera su reino era ofreciendo a Andrómeda en sacrificio al monstruo Cero.

    Al final, Poseidón perdonó a Casiopea y le regaló una cons­telación en el cielo próxima a la de Cefeo.

    Tras resolver algunos malentendidos con el tío de Andró­ meda y vengarse de Polidectes (utilizando de nuevo la dichosa cabecita de Medusa), Perseo y Andrómeda se casaron, fueron felices, y tuvieron seis hijos (Perses, Alceo, Heleo, Méstor, Esté­nelo, Electrión) y una hija llamada Gorgófone.

    A su muerte, Perseo y Andrómeda recibieron por los dioses sendas constelaciones en su honor, con la inquietante presencia de la estrella Algol, un astro que brilla de forma variable evo­ cando al mortífero ojo de Medusa.

    Las míticas hazañas de Perseo fueron muy populares entre los antiguos griegos, los cuales llenaron el cielo de constelaciones que representaban a muchos de los personajes que hemos citado en esta historia y que los aficionados a la astronomía de obser­vación habrán reconocido.




    La constelación más conocida es la de Perseo, una agrupa­ción de estrellas que representa a nuestro héroe y sus armas: el casco de Hades, el escudo de Atenea, y la espada en forma de hoz. Perseo porta en su mano la cabeza de Medusa, cuyo ojo corresponde a Algol, también llamada Beta Persei: una estrella
    variable que cada 68 horas aproximadamente pierde de forma instantánea prácticamente todo su brillo, el cual recobra al cabo de unas cinco horas aproximadamente.

    En el esquema celeste, Perseo o Perseusse se incluye en el conjunto que engloba a otras constelaciones con nombres como Cefeo, Casiopea, Andrómeda, el caballo alado Pegaso y el monstruo Cetus.

    Pero en esta famosa constelación podemos encontrar algo más lírico. Podemos incluso hablar de lágrimas. Me estoy refi­riendo a las Perseidas o Lágrimas de San Lorenzo, una popular lluvia de meteoros o meteoroides que todos los que vivimos en d hemisferio norte hemos observado alguna vez durante las no­ ches de verano. Las lluvias de meteoroides se denominan con el nombre de la constelación en donde se encuentra lo que cono­cemos como radiante (punto de la esfera celeste al que parecen converger, por efecto de la perspectiva, rodas las trayectorias de las diferentes estrellas fugaces observadas) y tienen la particula­ridad de que se repiten anualmente durante un período de tiempo concreto, a mediados de agosto. El radiante de las Per­seidas se halla localizado en la constelación de Perseo y Casiopea. El origen de las Perseidas o progenitor es el cometa 109P/Swifr­ Tuttle. Cuando este cometa, cuya órbita elíptica está en reso­ nancia 1:11 con la del planeta Júpiter, pasa por el exterior del sistema solar, la interacción con el viento solar hace que su su­ perficie se active. Los gases y materiales que envuelven al cometa salen despedidos al espacio, y pasan a orbitar al Sol en trayec­torias muy similares a las de su cometa de origen. Se forma lo que se denomina anillo de partículas o enjambre de meteoros. Cuando la órbita terrestre cruza dicho enjambre de periodo corto, se producen las lluvias de meteoros.

    En la tradición cristiana, uno de sus primeros mártires fue San Lorenzo, el diácono de Roma que acabó sus días de forma terrible abrasado en una parrilla de fuego. La tradición dice que en medio de su letal condena, mientras se consumía su carne en el hierro candente exclamó: Assum est, inqüit, versa et man­ duca (¡Dadme la vuelta, que por este lado ya estoy hecho!).

    En la Edad Media y el Renacimiento la lluvia de las Per­seidas tenía lugar con mayor esplendor durante la noche de la festividad del 1O de agosto, en la que se recordaba y veneraba a este irónico santo, de tal manera que se asociaron con las lágri­mas que vertió el propio San Lorenzo cuando fue martirizado .


    Cada verano que pasa, cuando observamos en una despe­jada noche las maravillosas Perseidas, ya sea como lágrimas de dolor o lágrimas de otro tipo, nos embarga la nostalgia..., la misma dolorosa emoción que tuvo el replicante Roy Batty al final de la película Blade Runner. La pérdida de una experiencia en un tiempo que jamás volveremos a recuperar. Un verano más en la vida, un septiembre que vuelve, la cuenta atrás. Medusa mirando de frente. Y seguimos aquí. Somos héroes como Perseo durante un año más. Disfrutemos del espectáculo.

    0 comentarios:

    Publicar un comentario

    En breve aparecerá tu comentario. Gracias por participar

     

    Nosotros te leemos

    Consiste en la creación de un banco de relatos sonoros para facilitar el acceso a la lectura a todas aquellas personas que por cualquier razón (problemas de movilidad, visión, hospitalización, etc.) no puedan hacer uso de los libros de las bibliotecas municipales, y por supuesto para todo aquel que los quiera escuchar.

    Para ello, se van a grabar una serie de lecturas de obras literarias breves con diversas personas (actores, poetas, profesores y periodistas) que generosamente han querido colaborar prestándonos su voz.

    Estas grabaciones se irán publicando a través de los portales de la Red Municipal de Bibliotecas y de la Concejalía de Política Social del Mayor.

    Paralelamente se realizarán talleres de escritura y narración que permitan grabar a los autores sus relatos, ampliando así los cauces de participación de nuestros mayores convirtiéndolos en creadores y narradores de sus propias historias.


    Vistas de página en total

    © Red de Bibliotecas de Lorca. Con la tecnología de Blogger.

    Nuestra Red de Bibliotecas

    Nuestra Red de Bibliotecas la componen 10 centros: Biblioteca "Pilar Barnés", Biblioteca Infantil y Juvenil, y los centros de lectura de; Príncipe de Asturias, La Paca, Almendricos, Purias, Zarcilla, La Hoya, Marchena-Aguaderas y Cazalla


    Generador de Códigos QR Codes código qr

    Red de Bibliotecas de Lorca


    Plaza Real, s/n
    30800 LORCA (Murcia)
    968 473 127 y 968 473 130
    bibliotecalorca@lorca.es